Queridos hijos, sed pequeños a los ojos de los hombres para ser grandes a los Ojos de Dios. Cuando Dios os llama, ya no pertenecéis al mundo y el manto que Él os ha dado ninguna fuerza humana podrá quitároslo. Sed anunciadores de la verdad. Vivís en un mundo contaminado por las tinieblas del demonio. Vosotros sois de la Luz. Sed solamente del Señor y dejad que Él cuide de vosotros. Os pido que seáis hombres y mujeres de oración. Solamente por la fuerza de la oración podréis vencer al mal. Sed dóciles a Mi Llamado y todo acabará bien para vosotros. Yo soy vuestra Madre y he venido del Cielo para ayudaros. Escuchadme. En este momento, hago caer del Cielo sobre vosotros una extraordinaria lluvia de gracias. Adelante! Mi Jesús necesita de vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.