Queridos hijos, no os desaniméis. Mi Jesús está con vosotros y jamás os abandonará. Depositad vuestra confianza y esperanza en Él y saldréis victoriosos. La humanidad camina hacia el abismo espiritual y ha llegado el momento del gran retorno. Mi Hijo os ama y os espera con los Brazos Abiertos. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. Buscad en primer lugar las cosas del Cielo. Todo en esta vida pasa, pero la Gracia de Dios en vosotros será eterna. Cuando os sintáis débiles, buscad fuerzas en la oración y en la Eucaristía. No lo olvidéis: El demonio vence cuando estáis alejados de Mi Hijo Jesús. Vuestra arma de defensa está en el amor a la verdad. Estad atentos. En Dios no hay verdad a medias. Vivís en una tiempo peor que el tiempo del Diluvio. Aún veréis horrores sobre la Tierra. Por las propias manos de los hombres, vendrá gran destrucción. Sufro por aquello que viene para vosotros. ¡Coraje! Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.