Queridos hijos, coraje. No hay victoria sin cruz. Camináis hacia un futuro doloroso, pero aquellos que permanecieren firmes en la fe alcanzarán gran victoria. Yo soy vuestra Madre y conozco vuestras necesidades. Doblad vuestras rodillas en oración. Yo estoy siempre a vuestro lado, aunque no me veáis. Vine del Cielo para llevaros al Cielo. Sed dóciles. Necesito vuestro sí. No os quedéis estancados. Lo que tienes que hacer, no dejéis para mañana. Os pido que seáis hombres y mujeres de oración. He aquí el tiempo que os he predicado en el pasado. Continuad a rezar por la Iglesia. Densas oscuridades caerán sobre Ella. Los enemigos se reunirán y causarán confusión y división. No os desaniméis. La la victoria de la Iglesia está en las manos del Señor. Después de toda la tribulación un nuevo tiempo de gracia vendrá para la Iglesia. Alegraros, pues Mi Jesús está a vuestro lado. Llenaros de esperanza. Mañana será mejor. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.