Queridos hijos, no retrocedais. Tened valor, fe y esperanza. Sabed que estos son los tiempos difíciles para la humanidad. Cambiad de vida y esperad en el Señor con alegría. Deseo que viváis santamente y que en todas partes procuréis imitar a Mi Hijo Jesús. El Ecuador vivirá un día de gran aflición. La humanidad camina ahora hacia un gran abismo. Convertiros. No os quedéis estancados en el pecado. Sabed que Dios tiene prisa. Lo que tenéis que hacer, no dejéis para mañana. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.