Queridos hijos, ¡coraje! No hay victoria sin cruz. En la cruz encontraréis la puerta para una eternidad feliz. Quien vive para el mundo huye de la cruz, pero quien tiene como meta el Cielo abraza la cruz con alegría. Escuchadme. Aún tendréis largos años de duras pruebas, pero Mi Señor estará con vosotros. Buscad fuerzas en la oración y en la Eucaristía. Tiempos vendrán en que muchos estarán hambrientos y el dolor será grande para los fieles. Amad y defended la verdad. Cuando todo parezca perdido, la Victoria de Dios vendrá para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.