Queridos hijos, dadme vuestras manos, pues deseo guiaros a Aquel que es vuestro Único y Verdadero Salvador. Sed dociles a MÍ Llamado. Vivís en un tiempo de tristeza, y ha llegado el momento de vuestro regreso al Señor. No os apartéis de la verdad. Vivís en un tiempo peor que en el tiempo del Diluvio. Doblad vuestras rodillas en oración. Días vendrán en que pocos consagrados se mantendrán fieles a la verdad. El humo del demonio se exparcirá por todas partes, causando ceguera espiritual en muchos de Mís pobres hijos. Permaneced firmes en el camino que os he mostrado. Creed en el Evangelio y no olvidéis las lecciones del pasado. Buscad fuerzas en la Eucaristía, pues solo así podéis alcanzar la victoria. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.