Queridos hijos, escuchad el Llamado del Señor y dejad que Él os conduzca a la santidad. Sed dóciles. Sed mansos y humildes de corazón. La humanidad camina hacia el abismo de la autodestrucción que los hombres han preparado por sus propias manos. Cuidad de vuestra vida espiritual. Mi Señor os ama y os espera. Dedicad parte de vuestro tiempo a la oración. Cuando estáis alejados, os convertís en el blanco del enemigo de Dios. La gran confusión espiritual se extenderá por todas partes y solamente los que rezan permanecerán en la verdad. Escuchadme. Muchos elegidos para defender la verdad retrocederán. La gran persecución apartará a muchos del camino de la verdad. No lo olvidéis: En todo, Dios en primer lugar. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.