Queridos hijos, la gran embarcación se desviará del puerto seguro; no soportará la gran tempestad y se partirá al medio. Muchos beberán el amargo cáliz del dolor y un gran número se perderá en el fango. Yo soy vuestra Madre Dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. Doblad vuestras rodillas en oración y buscad fuerzas en el Evangelio de Mi Jesús y en la Eucaristía. No os apartéis de las enseñanzas del verdadero Magisterio de la Iglesia de Mi Jesús. La Babel se extenderá por toda parte y habrá gran confusión en la Casa de Dios. Testimoniad que sois de Jesús. No retrocedáis. Permaneced firmes en el camino que os he señalado y tendréis el Cielo como recompensa. Conozco vuestras necesidades y rogaré a Mi Jesús por vosotros. ¡Adelante sin miedo! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.