Queridos hijos, el Llamado del Señor transforma el corazón y produce verdadera conversión. Aceptad la Voluntad del Señor para vuestras vidas aunque seáis, a ejemplo de Pablo, perseguidos y rechazados. El verdadero soldado del Señor lucha en la certeza de la victoria porque comprende la Voz de Aquel que lo ha llamado. Escuchad la Voz del Señor y dejad que Él os transforme. Vivís en el tiempo de los dolores y solamente por la fuerza de la oración podéis soportar el peso de la cruz. No retrocedáis. Quien está con el Señor jamás será derrotado. Como en el pasado, la Iglesia de Mi Jesús beberá el cáliz amargo del abandono; Será perseguida y muchos irán retroceder. No os sintáis solos. Yo soy vuestra Madre y estaré siempre con vosotros. Doblad vuestras rodillas en oración y todo acabará bien para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.