Queridos hijos, Dios tiene prisa. No os crucéis de brazos. Camináis hacia un futuro de dolorosa batalla espiritual. La gran arma para vencer a los enemigos es el amor a la verdad. Las tinieblas avanzan, pero vosotros podéis disiparlas con la luz de la verdad. ¡Coraje! Mi Jesús espera mucho de vosotros. Dad lo mejor de vosotros mismos y seréis recompensados generosamente. No temáis. Yo estaré con vosotros. Creed firmemente en el Poder del Señor y saldréis victoriosos. Los enemigos atacarán y la muerte estará presente en la Casa de Dios. Sufro por aquello que viene para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.