Queridos hijos, no os olvidéis: En todo, Dios en primer lugar. Si el deseo del hombre viene de un corazón malvado, no tendrá la Bendición de Dios. Decid a todos que cuando Dios habla, quiere ser atendido. No os tardéis en responder al Llamado del Señor. Rezad. Solamente por la fuerza de la oración podréis soportar el peso de las pruebas que vendrán. Volved a Jesús. Vuestra victoria está en Él. Alejaos del mundo y vivid hacia el Paraíso, para el que sólo habéis sido creados. Arrepentíos de vuestros pecados y buscad la Misericordia de Mi Jesús por medio del Sacramento de la Confesión. La cura espiritual de la humanidad está en la Confesión y en la Eucaristía. Camináis hacia un futuro en el que los tesoros de la Iglesia serán abandonados y una gran ceguera espiritual se extenderá por todas partes. He aquí el tiempo de gracia para vuestras vidas. No os crucéis de brazos. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.