Queridos hijos, Mi Jesús os ama y os conoce por vuestro nombre. Confiad en Él, que ve lo oculto y os espera con los Brazos Abiertos. Vivís en el tiempo peor que el tiempo del Diluvio, pero no perdáis vuestra esperanza. La Victoria de Dios vendrá para los justos. No temáis. El mañana será mejor para los hombres y mujeres de fe. La humanidad camina hacia un gran abismo espiritual. Buscad fuerzas en la oración, en el Evangelio de Mi Jesús y en la Eucaristía. ¡Adelante por el camino que os he señalado! No hay victoria sin cruz. Suceda lo que suceda, quedad con Jesús y sed fieles al verdadero Magisterio de Su Iglesia. ¡Coraje! Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.