Queridos hijos, os amo y estoy a vuestro lado. Cuando sintáis el peso de la cruz, sabed que estoy muy cerca de vosotros. No os desaniméis. Yo quiero verlos felices ya aquí en la Tierra y más tarde Conmigo en el Cielo. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré a Aquel que es vuestro Camino, Verdad y Vida. Conozco a cada uno de vosotros por el nombre y vine del Cielo para ayudaros. Sed dóciles. Cuando todo os parezca perdido, se dará la Victoria de Dios. La humanidad está enferma y necesita ser sanada. Doblad vuestras rodillas en oración. Buscad fuerzas en las Palabras de Mi Jesús y en la Eucaristía. Nada está perdido. Camináis hacia un futuro doloroso, ninguna fuerza humana podrá contra los hombres y mujeres de fe. Coraje. Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.