Queridos hijos, yo soy la Reina de la Paz y vine del Cielo para conduciros al Cielo. Decid vuestro Sí al llamado del Señor y en todas partes mostrad a todos que estáis en el mundo, pero no sois del mundo. No retrocedáis ante vuestras dificultades. Cuando sintáis el peso de la cruz, llamad a Jesús. Él es vuestro todo y sin Él nada podéis hacer. Llenaros del amor de Dios, pues sólo el amor es capaz de transformar vuestros corazones. Vosotros tenéis libertad, pero no permitáis que vuestra libertad os aleje del Camino de la Salvación. Buscad fuerzas en las Palabras de Mi Jesús y en la Eucaristía. Vivís los tiempos de las tribulaciones y ha llegado el momento de vuestro regreso. No viváis estancados en el pecado. Sois libres para ser del Señor. Una gran tormenta se acerca y la gran embarcación será alcanzada. En estos tiempos difíciles, llamad por Jesús. Él es vuestro puerto seguro en la fe. Aquellos que permanecieren fieles hasta el fin recibirán gran recompensa del Señor. Coraje. En este momento, hago caer del cielo sobre vosotros una extraordinaria lluvia de gracia. Adelante en la defensa de la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.