Queridos hijos, aun tendréis muchos años de duras pruebas, pero depositad vuestra confianza y esperanza en el Señor. Él es vuestro todo y sin Él nada podeis hacer. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. La humanidad se ha contaminado con las tieneblas del pecado, yo vine del Cielo para traeros la luz del Señor. Sed dóciles. Abrid vuestros corazones y aceptad la Voluntad de Dios para vuestras vidas. Nada está perdido. Después de todo el dolor, el Señor enjugará vuestras lágrimas y veréis Nuevos Cielos y Nueva Tierra. No retrocedais y valientemente sed en todo como Jesús. Sois del Señor. Escuchad Su voz. Llevad a todos Su Mensaje de Amor y de Verdad. Mirad el ejemplo del profeta Joel, que en medio de las tribulaciones oyó la Voz de Dios y anunció Su mensaje; Sus maravillas. Adelante en el camino de la verdad. Cuando os sintais débiles, llamad a Jesús. En Él está vuestra fuerza. Os amo como sois y rogaré a Mi Jesús por vosotros. Coraje. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.