Queridos hijos, cuidad de vuestra vida espiritual. Es en este mundo, y no en otro, que debéis testimoniar vuestra fe. Todo en esta vida pasa, pero sólo la Gracia de Dios en vosotros será Eterna. Huid del pecado y volved a Aquél que es vuestro todo. Dedicad parte de vuestro tiempo a la oración y a la escucha de la Palabra. Sois libres, pero vuestra libertad no debe ser obstáculo para vuestra salvación. Sois libres para pertenecer al Señor. Los que pertenecen al Señor saben valorar la libertad y hacen de ella el paso para alcanzar el Cielo. Coraje. Buscad fuerzas en la Eucaristía y seréis victoriosos. Vine del cielo para llamaros a la conversión. Apresuraos. Mi Señor os ama y os espera con los brazos abiertos. Vuestro futuro será de una intensa batalla espiritual. En aquél Gran Día solo serán salvados aquellos que permanecieren fieles. Muchos se arrepentirán de la vida vivida sin la Gracia de Dios, pero para muchos será demasiado tarde. Arrepentiros. He aquí el tiempo de vuestro regreso. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.