Queridos hijos, llenaros de esperanza y dejad que la Gracia de Mi Señor os transforme. Os pido que seáis hombres y mujeres de oración. Vivís en el tiempo de las grandes confusiones espirituales y sólo por medio de la oración sincera podéis soportar el peso de vuestra cruz. No os desaniméis. Según lo prometido, Mi Jesús estará con vosotros y jamás os dejará. Os invito hoy seguir el ejemplo de San José, hombre justo y temeroso al Señor. Imitadlo en Su oración silenciosa y segura. Os pido que tengáis un gran amor a San José y en todo procuréis imitarlo. Cuando la razón humana no os conduzca a la comprensión, escuchad la voz de Dios. El Señor no os dejará confundido. Volved al Señor y Él bendecirá vuestras vidas. Soy vuestra Madre y vine del Cielo para llevaros al Cielo. Escuchadme. No permitáis que la luz de Dios se apague en vuestras familias. No den espacio al demonio, pues sois pertenencia del Señor. Aquellos que permanecieren fieles hasta el fin, contemplarán las Maravillas del Señor reservados para los justos. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.