Queridos hijos, estoy feliz por vuestro Sí a Mi llamado. Dadme vuestras manos y Yo os llevaré por el camino que os conducirá a la santidad. No os desaniméis. No retrocedais ante vuestras dificultades. No hay victoria sin cruz. Todas las espinas de vuestro camino en esta vida serán las que formarán las escaleras que os llevarán a la gloria delante el Altísimo. Coraje. Necesito almas generosas y fervorosas en la fe. Vuestra entrega amorosa y consciente al Señor contribuirá para la salvación de muchas almas. Vuestra victoria está en la fuerza de la oración, en la escucha de la Palabra y en la Eucaristía. Escuchad al Señor que habla en vuestra oración silenciosa y comprenderéis Su Deseo para vuestras vidas. La humanidad está enferma y necesita ser sanada. Adelante. Después de toda tribulación, el Señor enjugará vuestras lágrimas y veréis la transformación de la Tierra. El Triunfo Final Mi Inmaculado Corazón traerá la paz a la humanidad y todos vivirán felices. Tened confianza, fe y esperanza. Aquello que el Señor ha preparado para vosotros, los ojos humanos jamás han visto. Alegraros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.