Queridos hijos, volved al Señor. Él os ama y os espera de brazos abiertos. Sois del Señor y sólo a Él debéis seguir y servir. No perdáis vuestra esperanza. Dios está muy cerca de vosotros. Abrid vuestros corazones y entregad al Señor vuestra propia existencia. Alejaros del pecado y no seáis esclavos del demonio. Rezad. Sólo por la fuerza de la oración podéis encontrar el camino de la conversión. Vivís en los tiempos más dolorosos para vosotros. Tened cuidado. Sois preciosos para el Señor. No os desaniméis. No retrocedáis. Dadme vuestras manos y me haré cargo de vosotros. Estáis en el mundo pero no sois del mundo. Cuidad de vuestra vida espiritual y descubriréis los Tesoros de Dios. Camináis hacia un futuro doloroso. Vuestro Brasil beberá el cáliz amargo del dolor. Orad y haced penitencia. Soy vuestra Madre dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.