Queridos hijos, no os alejéis del camino que os he señalado. Sed valientes y testimoniad en todas partes que pertenecéis al Señor. Estáis en el mundo pero no sois del mundo. Mi Señor os llama. No os quedéis de brazos cruzados. He aquí el momento oportuno para vuestra conversión. Decid vuestro sí a la llamada del Señor. Él tiene prisa. Suceda lo que suceda, no os sintáis sólitos. Yo soy vuestra Madre y estoy siempre a vuestro lado. Conozco cada uno de vosotros por el nombre y sé lo que necesitáis. Doblad vuestras rodillas en oración. Cuando todo os parece perdido el Señor vendrá a vosotros y seréis victoriosoa. Vivís en el tiempo de las grandes tribulaciones. Amad la verdad. Dadme vuestras manos y os conduciré a Aquél que es vuestro Camino, Verdad y Vida. Después de todo el dolor la humanidad encontrará la paz y todos vivirán felices. Alegraros, pues vuestros nombres ya están escritos en el Cielo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.