Queridos hijos, buscad al Señor en esta vida y dejad que Su gracia os transforme. Abrid vuestros corazones y aceptad la voluntad del Señor para vosotros. Dejad que vuestros actos y palabras hablen del Señor. Mostrad a todos que el Señor está presente en vuestras vidas a través de un testimonio sincero. Sed justos. Si viváis de acuerdo a Mis llamadas, tendréis el Cielo como recompensa. No os quedéis tristes. Los justos están con el Señor. No os olvidéis: aquello que el Señor ha preparado para vosotros, los ojos humanos jamás han visto. Alegraros, porque el Señor cumple aquello que promete. En el triunfo final de Mi Corazón Inmaculado, veréis la transformación de la Tierra. Coraje. Yo soy vuestra Madre y os amo. Recurrid el camino de la santidad que os he señalado. Cuando llegar vuestra hora, Yo estaré cerca de vosotros. Os llevaré en Mis brazos y tendréis el Cielo como recompensa. No os quedéis tristes. Repito, alegraros en el Señor. Os pido que viváis en la presencia del Señor. No os alejéis de Él. Así todo será victoria para vosotros. Adelante. Yo cuidaré de vosotros. Sed mansos y humildes de corazón. Silenciad y escuchad la voz del Señor. Amad y defended la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.