Queridos hijos, sed señal de la presencia de Dios donde quiera que estéis. Llenaros de Su amor, pues sólo así podéis testimoniarlo a los demás. La humanidad está enferma y necesita ser curada. Buscad fuerzas en Jesús. Alimentaros de Su palabra y dejad que Él reine en vuestras vidas por la fuerza que emana de Su presencia en la Eucaristía. No temáis. Mañana será mejor para los hombres y mujeres de fe. Valorad la oración en familia. Invitad a Jesús que se quede con vosotros. Él quiere estar con vosotros y bendecir vuestras familias. Llenad vuestros hogares con amor. Amad siempre pues el amor de Mi Hijo Jesús. La verdadera liberación y la salvación de la humanidad vendrá por el amor. Amad siempre, pues el amor es más fuerte que la muerte y el más poderoso que el pecado. Suceda lo que suceda no permitáis que la llama de la fe se apague dentro de vosotros. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.