Queridos hijos, poned a Dios en vuestras vidas y en vuestras decisiones. Doblad vuestras rodillas en oración y suplicad al Espíritu Santo que os ilumine. No os olvidéis, antes y sobre todo la voluntad de Dios. Calmad vuestros corazones, pues Dios os hablará. Vivís en los tiempos difíciles y Mis pobres hijos caminan como ciegos guiando a otros ciegos. Pertenecéis al Señor. Valorad la vida y no os quedéis en silencio delante de las campañas engañosas contra la vida y contra la santidad del matrimonio. Sed ejemplo de fe y valor para los demás. Dios necesita vuestro sí. No retrocedáis. He aquí el momento oportuno para vuestro regreso al Dios de la salvación y de la paz. Los poderosos de este mundo crean leyes para ofender al Creador. Las leyes contra la vida tienden a sacar el Señor de la sociedad y hacer los hombres esclavos del demonio. Sois de Dios. Defended aquello que es del Señor. Vuestro silencio fortalece los enemigos de Dios. Decid sí a la vida. Decid no a la matanza de los inocentes. Todo el mal que practicáis contra los más pequeños de Dios, os llevará a la condenación eterna. Mi Señor necesita vuestra voz: sed dóciles y dejad el Señor hablar. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.