Queridos hijos, os amo como sois. Conozco vuestra necesidades y sufrimientos, y rogaré a Mi Jesús por vosotros. Tened confianza, fe y esperanza. Nada está perdido. Cuando sintáis el peso de la cruz, llamad a Jesús. Él es vuestro Todo. En Él está vuestra verdadera liberación y salvación. Sois importantes para la realización de Mis planes. Abrid vuestros corazones y escuchadme. Vine del Cielo para llevaros al Cielo. No os desaniméis. Siempre estaré a vuestro lado. La humanidad está enferma y necesita ser curada. Arrepentiros, porque el arrepentimiento es el primer paso para ser tomado en el camino de la conversión. No permitáis que la llama de la fe se apague dentro de vosotros. Decid vuestro sí a la llamada del Señor. Estáis en el mundo pero no sois del mundo. Vivid vueltos al Paraíso para el cual únicamente fuisteis creados. Alegraros, pues vuestros nombres ya están escritos en el cielo. Doblad vuestras rodillas en oración. La Iglesia de Mi Jesús cargará pesada cruz. La traición llegará al trono de Pedro. El Santo Padre experimentará el calvario. Rezad, rezad, rezad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.