Queridos hijos, os pido que en estes días procuréis vivir en el Amor del Salvador y que en todo procuréis imitar la bondad del Señor. Abrid vuestros corazones a la Luz del Corazón Misericordioso de Mi Hijo Jesús, pues sólo entonces podéis experimentar Su gracia. Permaneced unidos a Jesús. Dadle vuestros corazones y Él transformará vuestras vidas. Él está cerca de vosotros y desea estar en vosotros. Haced de vuestros corazones el pesebre para acoger a Jesús. Vosotros, estáis en Su corazón y Él jamás os abandonará. Enriqueceros con los tesoros que Jesús os dará en esta Navidad. Reconciliaros con Aquél que es vuestro Bien absoluto y os conoce por vuestro nombre. Aún tendréis largos años de caminada sobre la tierra. Buscad fuerzas en Jesús. Llegará el día en que Dios transformará la tierra. Vuestro sí con el Hágase de Dios traerá la paz a la tierra para siempre. Será el tiempo del triunfo definitivo de Mi Inmaculado Corazón y todos los justos vivirán felices. Alegraros porque sois preciosos a los Ojos de Dios. No retrocedáis. Cuando todo os parece perdido surgirá para la humanidad un nuevo tiempo de paz y alegría. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.