Queridos hijos, conozco vuestras necesidades y rogaré a Mi Jesús por vosotros. Tened confianza, fe y esperanza. Suceda lo que suceda no permitáis que la llama de la fe se apague dentro de vosotros. Cuando veáis que caéis, llamad a Jesús. Él es el vuestro único y gran amigo. Sabe comprender vuestras debilidades y os trata con amor. No os desaniméis. Acoged Mis llamadas con alegría y Yo os conduciré a la santidad. Abrid vuestros corazones y aceptad la voluntad de Dios para vuestras vidas. La humanidad se ha convertido espiritualmente pobre porque los hombres se han alejado de la verdad. Permaneced firmes en el camino que os he señalado y seréis victoriosos. No os quedéis tristes. Os amo y estoy a vuestro lado. Los habitantes de Lima gritarán por socorro y el dolor será grande para Mis pobres hijos. Semejante sufrimiento vivirán los habitantes de Lisboa. Doblad vuestras rodillas en oración. Dios espera mucho de vosotros. Adelante. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.