Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y vine del cielo para conduciros a la santidad. Mi Hijo Jesús os espera con los brazos abiertos. No os quedéis estancados en el pecado, pero esforzaros para vivir en la gracia. No quiero obligaros, pero lo que digo debe ser tomado en serio. La humanidad camina hacia el abismo de la destrucción que los hombres prepararon con sus propias manos. Volveos. Mi Señor os espera. Sed mansos y humildes de corazón, pues sólo así podéis contribuir para la victoria de Dios con el triunfo de Mi Inmaculado Corazón. No os desaniméis por vuestras dificultades. Cuando sintáis el peso de la cruz, llamad por Jesús. Sólo en Él está vuestra victoria. Él es el único verdadero Salvador, y fuera de Él jamás seréis salvados. Rezad mucho delante de la cruz suplicando la misericordia de Dios para vosotros. Un doloroso acontecimiento ocurrirá en Fátima (Portugal) y Mis pobres hijos han de llorar y lamentarse. Banzaê gritará por socorro y la cruz será pesada para Mis pobres hijos. Buscad fuerzas en Jesús. No os alejéis de la oración. Seguidme por el camino del bien y de la santidad. Yo quiero verte feliz ya aquí en la tierra y más tarde Conmigo en el cielo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.