Queridos hijos, valorad los tesoros de Dios que están dentro de vosotros. Alegraros, pues vuestros nombres ya están escritos en el cielo. Conozco cada uno de vosotros por vuestro nombre y os pido que hagáis la voluntad del Señor. En todo imitad a Jesús. No permitáis que las cosas del mundo os aleje de Mi Jesús. Sed dóciles. No retrocedáis. Todavía tengo cosas nobles para revelaros. Estad atentos. Lo que tienes que hacer, no lo dejéis para mañana. Llenaros de esperanza, porque yo soy la Madre de la gracia y de la misericordia. Estoy a vuestro lado aunque no me veáis. Abrid vuestros corazones y no permitáis que la oscuridad de la duda os impida de experimentar la gracia de Dios. Yo soy vuestra Madre y sufro a causa de vuestros sufrimientos. No os alejéis de la oración. La humanidad camina hacia grandes y dolorosos sufrimientos. En la oración encontraréis fuerza para vuestra camino en la fe. Un acontecimiento doloroso se dará en Lituania y se repetirá en Brasilia. Doblad vuestras rodillas en oración. Sufro por aquello que viene para vosotros. Coraje. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Estén en paz.