Queridos hijos, Yo soy la Madre y Reina del Brasil. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe, porque quiero conduciros a Mi Hijo Jesús. Sólo por la fe podéis comprender el propósito de Dios para vuestras vidas. Sed dóciles. No os quedéis de brazos cruzados. Dios tiene prisa y os espera con el inmenso amor de Padre. Sois el pueblo del Señor. Él necesita vuestro testimonio sincero y valiente. No retrocedáis. Sólo en Jesús está vuestra salvación y sin Él jamás el hombre podrá ser salvado. Muchos hombres vinieron y fueron los instrumentos de Dios para el bien de la humanidad, pero sólo Mi Hijo Jesús murió en la cruz para salvaros. En Él está el más grande amor. Imitadlo y seréis felices ya aquí en la tierra y más tarde Conmigo en el cielo. Coraje. Yo pediré a Mi Hijo Jesús por vosotros. Un doloroso acontecimiento se llevará a cabo en Marruecos y se repetirá en el sur de Bahía. Doblad vuestras rodillas en oración. Siempre estaré a vuestro lado. Adelante. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.