Queridos hijos, soy la Reina de la Paz y vine del cielo para ofreceros el don de la paz. Estáis en Mi Inmaculado Corazón y nada debéis temer. Sois únicamente del Señor. Volveos a Él que ve en lo oculto y os conoce por vuestro nombre. Sabéis bien cuánto una madre ama a sus hijos. Decid a todos que no vine del cielo como una broma. La humanidad se alejó del Creador y se ha convertido espiritualmente pobre. Os pido que os alejéis de todo lo que paraliza en vosotros el verdadero amor de Dios. Mirad a Jesús. Él es vuestra esperanza. Con Mi Hijo Jesús tendréis un mañana mejor. Os pido que intensifiquéis vuestras oraciones para la realización de Mis planes. No crucéis los brazos. Quiero que hagáis de Mi Corazón Inmaculado vuestra vivienda habitual. Consagraros todos los días a Mi Inmaculado Corazón y os llevaré a Mi Jesús. Tenéis la libertad, pero os pido que hagáis la voluntad de Mi Jesús. Llegará el día en que los hombres vivirán en una nueva tierra. La humanidad pasará por grandes pruebas y la tierra será transformada. Todo que hoy contempláis será diferente. La victoria de Dios será vuestra victoria. No viváis en el mundo, aun estando en el mundo, pues sois del Señor y solo a Él debéis seguir y servir. Un doloroso acontecimiento se producirá en la Tierra de Santa Cruz. El dolor más grande no existió. Sucederá en un viernes y los hombres han de llorar y lamentarse. Doblad vuestras rodillas en oración. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.