Queridos hijos, llegará el día en que un rey encontrará estorbo en su palacio. Los enemigos lo cercarán y el sufrimiento será grande para los hombres y mujeres de fe. Recordad hoy Mi Presencia en la pobre Cova de Iria y abrid vuestros corazones a Mi Llamado a la conversión. Si los hombres hubieran acogido los llamamientos que hice en Fátima, la humanidad habría encontrado la paz. Sabed todos vosotros que Mi Señor os ama y os espera. Doblad vuestras rodillas en oración por la Iglesia. Aún veréis horrores en la Casa de Dios, pero la victoria final será del Señor. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. Aquellos que permanezcan fieles hasta el final saldrán victoriosos. ¡Coraje! Después de toda la tribulación, el Señor enjugará vuestras lágrimas y veréis reinar la paz en la Tierra. No retrocedáis. Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.