Queridos hijos, el camino hacia el Cielo pasa por la cruz. ¡No os desaniméis! No retrocedáis! Vosotros no estáis solos. Mi Señor Me ha enviado para ayudaros. Escuchadme, pues solamente así podré colmaros de las Gracias que Mi Señor Me ha permitido ofreceros. Sed mansos y humildes de corazón. Limpiad vuestra alma de toda la suciedad provocada por el pecado. Deseo que seáis testigos del Señor en toda parte. Llevad palabras de amor y esperanza a vuestros hermanos. Animadles a no perder la esperanza y la fe en el Señor. Yo soy vuestra Madre y he venido del Cielo para llevaros al Cielo. Sed fuertes y firmes en la fe. Mi Señor espera mucho de vosotros. La humanidad camina hacia el abismo y ha llegado el momento del gran retorno al Dios de la Salvación y de la Paz. No os olvidéis: Sois amados uno a uno por el Padre, en el Hijo, por medio del Espíritu Santo. Quien permanezca fiel al Señor tendrá Su protección especial en la grande y dolorosa tribulación. Falsos maestros surgirán y en pocos lugares se conservará la verdadera fe. Sufro por aquello que viene para vosotros. Arrepentíos y volveos a Aquel que es vuestro único y verdadero Salvador. ¡Adelante por el camino que os he señalado! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.