Queridos hijos, os invito a imitar a José con su ejemplo de fe y confianza en el Señor. Sabed que su vida de fe es un gran ejemplo para la humanidad. Mi Señor lo escogió para una noble misión y él permaneció fiel a aquello que el Señor le confió. Su corazón lleno de amor y caridad atraía a todos. Hombre del silencio y oración. Vivió para servir al Señor y al prójimo. Cuando estábamos en Egipto y llegamos a Assiut, encontramos Karim y su esposa Danubia. Karim era amigo de la infancia de José y de sus padres. En Assiut, Karim trabajaba con el cultivo de cebada, dátiles y cebolla. Con lágrimas en los ojos, Karim abrazó a José y nos acogió en su casa por seis meses. Su esposa, mujer de grandes virtudes, era ciega de un ojo y al mirar a Jesús en Mis brazos empezó a ver. José les dijo que allí estaba Jesús, el Salvador prometido y anunciado por los profetas. Fueron momentos de inmensa alegría para aquella familia. José le orientó en su siembra de cebada y le aconsejó que produjera otros frutos. Aquel inmenso valle cercano al Nilo era tierra fértil. Durante el tiempo que permanecimos allí, José construyó tres barcas para ayudar a Karim en el escurrimiento de su producción. José también ayudó a los jóvenes en la fabricación de ladrillos a fin de tener su propio sustento. Dios escogió a José y confió a él dones extraordinarios. José fue fiel a los talentos que recibió del Señor. Os pido que, a ejemplo de José, seáis plenamente de Dios. No permitáis que las cosas del mundo os aparten del camino de la santidad. Abrid vuestros corazones y dejad que el Señor os transforme. El Cielo debe ser siempre vuestra meta. ¡Adelante! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.