Queridos hijos, no temáis. Vuestra victoria está en el Señor. Confiad en Él que os ama y os espera con los Brazos Abiertos. Doblad vuestras rodillas en oración. Solamente por la fuerza de la oración podréis vencer el mal. Vivís en el tiempo de la gran guerra espiritual. No lo olvidéis: Vuestra arma de defensa es la verdad. Los traidores de la fe trabajan para la destrucción de lo Sagrado, pero la victoria será de los valientes soldados de sotana que aman y defienden la verdad. Yo soy vuestra Madre Dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré a Mi Hijo Jesús. Conozco vuestras necesidades y sufrimientos, pero recordad siempre que Yo soy vuestra Madre y estaré siempre con vosotros. No hay victoria sin cruz. ¡Adelante, sin miedo! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.