Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y vengo del Cielo para conduciros a la santidad. Vosotros que estáis a escucharme: ¡No os desaniméis! Os pido que seáis fieles a Mis Llamados. Yo quiero veros felices ya aquí en la Tierra y, más tarde, Conmigo en el Cielo. No permitáis que las cosas del mundo os aparten del camino que os he señalado. Vivís en el tiempo de la gran batalla espiritual. Luchad con el arma de la verdad y seréis victoriosos. Los enemigos están unidos, pero vosotros, Mis Devotos, seréis vencedores, pues Yo estaré con vosotros! No retrocedáis. Tiempo de gran oscuridad vendrá para la Iglesia. Permaneced en la Luz de Mi Hijo Jesús. Rezad. Buscad fuerzas en el Evangelio y en la Eucaristía. No os apartéis de las lecciones del pasado y apartaos de las novedades que el demonio esparce por toda parte. ¡Adelante, sin miedo! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.