Queridos hijos, no permitáis que la llama de la fe se apague dentro de vosotros. Suceda lo que suceda, permaneced fieles a Jesús y al verdadero Magisterio de Su Iglesia. Camináis hacia un futuro en el que los hombres y mujeres de fe serán silenciados. Los enemigos crearán leyes que impedirán el anuncio de la verdad. Será un tiempo de dolor para los fieles. No desaniméis. No hay victoria sin cruz. La Iglesia de Mi Jesús volverá a ser como Jesús se la confió a Pedro. El pequeño rebaño será fiel y dispuesto al sacrificio. No negarán la fe y contribuirán a la victoria final de la verdadera Iglesia de Mi Jesús. Doblad vuestras rodillas en oración. Buscad fuerzas en la Eucaristía y en las Palabras de Mi Jesús. Después de toda tribulación, la Victoria de Dios vendrá para los justos. ¡Adelante en defensa de la verdad! Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.