Queridos hijos, sed del Señor y dejad que Él transforme vuestras vidas. No os apartéis de la oración. La oración es importante para vuestro crecimiento en la fe. Sin la oración seréis como un navegante errante que no sabe cómo llegar a su destino. En estos tiempos difíciles, buscad fuerzas en el Evangelio y la Eucaristía. La humanidad se ha tornado espiritualmente pobre porque los hombres se alejaron del Creador. Volveos. Vuestro Dios os ama y os espera. Estad atentos. Buscad lo que viene de Dios y no permitáis que las cosas del mundo os impidan seguir y servir al Señor. Los enemigos actuarán para apartaros de la verdad. La gran tribulación vendrá para los hombres y mujeres de fe. Sois libres para servir al Señor, pero los enemigos de la Iglesia os causarán gran sufrimiento. Rezad. Rezad. Rezad. No retrocedáis. ¡Mi Jesús estará con vosotros! La Victoria de Dios vendrá para Sus elegidos. Avancen con alegría. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.