Queridos hijos, Cristo, Hijo de Dios, Inocente, se entregó por vosotros, muriendo en la cruz. La Palabra de Dios se hizo carne. Él es vuestro Dios y Salvador. Fuera de Él, el hombre jamás será salvado. Abrid vuestros corazones a la Verdad de Dios. Vivís en un tiempo de gran confusión y ha llegado el momento de vuestro Si sincero y valiente. La Iglesia de Mi Jesús está rodeada por los enemigos, pero la espada de la verdad llevará a la Iglesia a la gran victoria. La Iglesia de Mi Jesús no debe ser un espacio de reunión dónde la verdad sea dejada de lado. Mi Jesús es la verdad y debe ocupar los espacios en vuestra vida. Soy vuestra Madre Dolorosa y sufro por aquello que viene para vosotros. Los enemigos actúan, pero podéis vencerlos por la fuerza de la oración y con la defensa de la verdad. Sois del Señor y Él espera mucho de vosotros. Lo que tenéis que hacer, no lo dejéis para mañana. Recordad siempre: Dios os pedirá cuentas. Llegará el día en que los traidores de la fe han de llorar y lamentar porque sus almas estarán en la oscuridad profunda. No hagáis compromisos con el mundo. Todo en esta vida pasa, pero la gracia de Dios en vosotros será eterna. Orad. Solo por el poder de la oración podéis vencer al enemigo. Sed fieles y el Señor os recompensará generosamente. Os amo y vine del Cielo para ayudaros. No os desaniméis. Estoy a vuestro lado, aunque no me veáis. Adelante en defensa de la verdad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.