Queridos hijos, abrid vuestros corazones y dejaros atraer por las Cosas del Cielo. Estáis en el mundo, pero no sois del mundo. Os pido que mantengáis encendida la llama de vuestra fe. Camináis hacia un futuro de gran oscuridad espiritual. Sed prudentes y estad atentos para no ser engañados. Caminad en la Luz del Señor y jamás seréis golpeados por las tieneblas de las falsas doctrinas. Cuidad de vuestra vida espiritual. Dedicad parte de vuestro tiempo en la escucha el Evangelio y en la oración. Buscad fuerzas en la Eucaristía, pues sólo así podéis soportar el peso de las pruebas que vendrán. Soy vuestra Madre y vine del Cielo para ayudaros. Escuchadme. Tenéis libertad, pero lo mejor es hacer la voluntad de Dios. Un hecho doloroso ocurrirá en esta tierra y muchos tendrán su fe sacudida. Quedaros con Jesús. No permitáis que nada os alejen de la verdad. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.