Queridos hijos, doblad vuestras rodillas en oración. Sólo por la fuerza de la oración podéis vencer al demonio. Vendrán tiempos difíciles a los hombres y las mujeres de fe. Por culpa de los malos pastores, el fango de las falsas doctrinas se esparcirá por todas partes causando gran ceguera espiritual en muchos de Mis pobres hijos. Yo soy vuestra Madre y vine del Cielo para llamaros a la conversión. No os quedéis estancados. Lo que tenéis que hacer, no lo dejéis para mañana. Dad lo mejor de vosotros en la misión que el Señor os ha confiado. Acordaros siempre que vuestra victoria está en la Eucaristía. Valor. Yo rogaré a Mi Jesús por vosotros. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.