Queridos hijos, no os olvidéis: En todo Dios en primer lugar. Dejad que vuestras vidas hablen del Señor más que vuestras palabras. No seáis como los fariseos que hablaban y emocionaban, pero sus corazones estaban lejos del Señor. Llegará el día en que el Señor os pedirá cuentas. Vosotros estáis en el mundo, pero no sois del mundo. Cuando vuestras decisiones se toman sin oración hay siempre la interferencia del demonio. Buscad en Dios vuestras respuestas. Él es vuestro todo y Él siempre quiere lo mejor para vosotros. Abrid vuestros corazones y aceptad Su voluntad para vuestras vidas. Camináis hacia un futuro sombrío. La humanidad camina hacia el abismo de la autodestrucción que los hombres prepararon por sus propias manos. Sufro por aquello que viene para vosotros. Algunos escogidos para defender la verdad abrazarán lo que es falso y Mis pobres hijos beberán el cáliz amargo del dolor. Dadme vuestras manos y Yo os conduciré a Mi Hijo Jesús. Adelante por el camino que os señalé. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Yo os bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.