Queridos hijos, dad vuestro Sí a la Llamada del Señor. Él os necesita. Sed dóciles. No os crucéis de brazos. Defended la verdad. La humanidad se ha vuelto ciega espiritualmente, porque la criatura és más valorada que el Creador. Tened valor. No os quedéis en silencio ante las injusticias cometidas contra los excluidos por la sociedad. Mi Señor os pedirá cuentas. Llevad esperanza a aquellos que han perdido la esperanza. Escuchad la Voz del Señor y dejad que Él haga Sus obras en vuestras vidas. Doblad vuestras rodillas en oración. Sólo a través de la oración podéis comprender el propósito de Dios para vosotros. Soy vuestra Madre y soy incansable. Dadme vuestras manos y os llevaré a Aquél que es el Camino, Verdad y Vida. No os desaniméis. El Gran Día del Señor vendrá y los hombres tendrán su recompensa. Los justos han de experimentar una gran alegría. Adelante con coraje. Nada está perdido. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.