Queridos hijos, Mi Jesús espera vuestro Sí a Su llamada. Mostrad a todos con vuestros ejemplos y palabras que sois pertenencia del Señor. No dejéis que el brillo de las cosas del mundo os aleje del camino de la salvación. Sed hombres y mujeres de oración constante. Vosotros que tenéis en abundancia, extenderéis vuestras manos a los pobres y olvidados. Mirad los débiles, especialmente los que han perdido sus derechos y fueron dejados de lado. Los hombres se han vuelto ciegos espiritualmente, porque se dejaran esclavizar por las cosas materiales. Acordaros siempre: el día del juicio el Señor os pedirá cuentas. Abrid vuestros corazones al amor del Señor. Amad siempre y dejad que la luz de Dios brille en vuestras vidas. No sed esclavos del demonio. Llegará un día en que el Justo Juez os llamará y sólo vuestras buenas obras abrirán los Cielos para vosotros. Convertíos deprisa. El Señor os llama. No retrocedáis. Lo que tienes que hacer hoy no dejéis para mañana. Aún tendréis muchos años de duras pruebas y tribulaciones. Rezad. La victoria de Dios vendrá para los justos. Adelante con alegría. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.