Queridos hijos, conozaco vuestras necesidades y rogaré a Mi Jesús por vosotros. No retrocedáis. Animaos y asumid vuestro verdadero papel de cristianos. He aquí el tiempo de la gracia. No viváis en el pecado. Dios tiene prisa. Con vuestras palabras y ejemplos mostrad a todos que pertenecéis a Dios y las cosas del mundo no son para vosotros. Cuando sitáis el peso de la cruz, no os desaniméis. Buscad fuerzas en la Eucaristía y seréis victoriosos. La humanidad está enferma y necesita ser curada. Volved al Señor. Él os ama y os espera con el inmenso amor de Padre. Dedicad parte de vuestro tiempo a la oración. Cuando estáis alejados, os convertís en el objetivo del demonio. Yo necesito cada uno de vosotros. Abrid vuestros corazones y escuchadme. Vivid Mis llamadas, pues sólo así podré ayudaros. Camináis hacia un futuro doloroso, pero no os quedéis desesperados. Los que permanecieren fieles no serán derrotados. Sufro por aquello que viene para vosotros. Los que están en Valdivia gritarán por socorro. Semejante acontecimiento tendrá lugar en Montreal. Rezad, rezad, rezad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.