Queridos hijos, coraje. Mi Jesús está con vosotros. Sed hombres y mujeres de fe. La humanidad está contaminada por el pecado, pero vosotros que estáis escuchándome no os desaniméis. Habrá victoria para los justos. Los que escuchan la voz del Señor, no experimentarán la derrota. Buscad fuerzas en las palabras de Mi Hijo Jesús y la Eucaristía. Cuando os sucede que caéis, llamad por Jesús y buscadlo en el Sacramento de la Confesión. Si los hombres se reconciliaran con Dios, muy pronto la humanidad sería sanada espiritualmente. Tened confianza, fe y esperanza. Nada está perdido. Sed los defensores de la verdad y todo imitad Mi Hijo Jesús. Yo soy vuestra Madre y vine del Cielo para conduciros al Cielo. Abrid vuestros corazones y asumid vuestro verdadero papel de cristianos. No quiero obligaros, pero lo que digo debe ser tomado en serio. Sufro por aquello que viene para vosotros. Una gran revuelta se levantará en Europa y en muchos países habrá derramamiento de sangre. Vine del cielo para traeros la paz. Doblad vuestras rodillas en oración. Después de toda la tribulación la Tierra será transformada y todos vivirán felices. Volveos a Jesús. Él os ama y os espera. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.