Queridos hijos, Yo soy vuestra Madre y vine del cielo para mostraros el camino de la conversión. Abrid vuestros corazones a Mi llamada, pues quiero conduciros a Aquél que es vuestro único Camino, la Verdad y la Vida. No retrocedáis. Doblad vuestras rodillas en oración. La humanidad se alejó del Creador y camina hacia un gran abismo. Regresad deprisa. Lo que tienes que hacer, no lo dejéis para mañana. Permaneced unidos a Jesús en la escucha de Su Palabra y fortaleceros con la Eucaristía. No podéis vivir alejados de Mi Jesús. Él es el todo y sólo en Él está vuestra verdadera liberación. Tiempos difíciles vendrán para vosotros, pero Yo estaré a vuestro lado. No os desaniméis. Cuando sintáis el peso de las dificultades, llamad por Jesús. Él está a vuestro lado aunque no veáis. Alegraros pues vuestros nombres están escritos en el cielo. Yo quiero veros felices ya aquí en la tierra y más tarde Conmigo en el cielo. Adelante sin miedo. Un doloroso acontecimiento ocurrirá en Sevilla y se repetirá en Lima. Sufro por aquello que viene para vosotros. Rezad, rezad, rezad. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.