Queridos hijos, amad el Amor. Entregad vuestra vida al Señor, porque sólo Él es vuestro todo. Él es vuestro único y verdadero Salvador. No estáis sólitos. Mi Hijo Jesús camina con vosotros. En los momentos de alegría o dolor, Él está siempre a vuestro lado. Él lleva con vosotros la cruz y os conduce a la victoria. Acordaos siempre: sólo a través de la cruz alcanzaréis a la victoria. La humanidad camina hacia el abismo de la autodestrucción que los hombres prepararon con sus propias manos. Arrepentiros y volved a Mi Hijo Jesús. Dejad murir en vosotros las cosas del mundo y vivid vueltos hacia las cosas del Cielo. Fuisteis creados para estar en el mundo sin pertenecer a este mundo. Mi Jesús con Su entrega en la cruz abrió la puerta de los cielos para vosotros y ofreció a todos los hombres la posibilidad de una eternidad feliz. Él ha preparado para vosotros una eternidad de felicidad completa. Escuchadlo. Acoged Sus enseñanzas y apartaros del mal. Cuando todo ha terminado en esta vida para vosotros, Él abrirá para vosotros la puerta de la felicidad eterna. Coraje. Doblad vuestras rodillas en oración y vivid con alegría Mis llamadas. Llegará un día en que verá la paz reinar sobre la Tierra y llegará para los hombres y mujeres de fe, el cumplimiento de las promesas hechas por el Señor. Entonces no habrá ninguna razón para la tristeza, pues la plenitud de la alegría estará en el corazón de los justos. Así vereis nuevos Cieloso y una Nueva Tierra. Alegraros, pues vuestros nombres ya están escritos en el Cielo. Este es el mensaje que hoy os transmito en nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reuniros aquí una vez más. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Quedad en paz.